lunes, 3 de febrero de 2014

El eco de un Nono


Bastó  solo verlo; eran sus ojos, sus cejas, sus manos, su piel, su nariz, su cabeza blanca europea y calva para detenerse en el tiempo y creer que era él, solo que esta vez era más flaco, más joven y  menos lleno de impulsividad.
Parecía posible el hecho de sabotear las leyes de la física y de repente haber burlado el tiempo, su tiempo, mi tiempo.
y de pronto Zas! Volví a los 7 años al momento en el que me regaló mi primera bicicleta, la mejor que he tenido.
Mientras intenta evocar palabras para ser comprendido se rasca la cabeza, se agarra las manos, las mueve  entre sí, tartamudea y  yo apenas puedo creerlo.
Quería creer que era él, que se quedaría sentado allí en ese mismo sitio donde solía sentarse a fumar por las mañanas y como a las seis pm también, y era yo queriendo preguntarle si quería una limonada... Me contuve las ganas, los sentimientos obturados empezaban a sumergir, estaba a punto de estallar en llanto, entonces los até, los envolví, los restringí y me los trague de nuevo.
El no iba a volver jamás; así como yo no volveré a llenar de talco su ombligo o abrazar su enorme barriga. Soy yo muchos años después queriendo quererlo y extrañándolo y viviendo para recordar.
Los días se vienen tristes, quisiera equivocarme...