Parte I
A la edad de cinco años Lili solía jugar con su “medio” tío, Jota, así era como solían decirle los "otros", Jota era el “medio”
hermano, hijo del abuelo de Lili y del compromiso posterior que este tuvo cuando la abuela murió, a la cual lili nunca llegó a conocer.
Disfrutaban correr por el patio
trasero de la casa de su abuelo, para Lili, aquel lugar era un enorme castillo,
percepción habitual que se pierde de adulto.
Como la mayoría de casas costeñas
de antaño, esta era de dos pisos, mixta, de hormigón la parte baja y de madera
la parte alta, el patio era bastante desordenado. Lili amaba caminar entre los
olores de las grosellas, chirimoyas, ovos, guayabas, cerezas, maracuyá y
almendras.
El césped no podado, hacía para
Lili y Jota más divertido el patio trasero. Lugar donde se echaban a buscar elefantes
o jirafas en las nubes. Lili cada vez que podía andaba sin blusa, le permitía mayor
movilidad y menos calor, siempre protestaba cuando sus tías, adolescentes, le
recriminaban el hecho de que corriera por la casa solo en shorts o a veces en panty -las mujeres no
son iguales que los hombres- era la frase que interminablemente le repetían
desde que el sol aparecía hasta que volvía a desaparecer. Cuando Lili odia a Jota era porque la envidia
la invadía.
El abuelo de Lili,
construyó un enorme carro de madera para Jota en su séptimo cumpleaños, no
permitía que Lili lo tocara, pues para el era una gran obra de arte, misma que podría ser arruinada por esta niña "impulsiva". Jota aprovechaba cuando el abuelo no estaba para
jugar en el patio con ella, arrastraba el Carro de un cabo que amarraba entre los
pedazos de madera que estaban cerca de las llantas, mientras el pequeño cuerpo
de Lili se acomodaba perfectamente en el cajón y ella mirando hacia
el cielo con sus enormes ojos negros gritaba: Mas rápido, más rápido, luego,
Lili pedía cargar a Jota. El Carro llevaba el nombre de Vera Cruz, nombre del recinto de dónde
provenía el Abuelo.
Cuando Jota, que tenía exactamente
la misma edad que Lili, cometía una falta contra ella, el abuelo golpeaba a
Lili con una varita de madera que guardaba, dándole tres
golpes entre las nalgas y las piernas; argumentaba que ella era la culpable de
provocar a Jota, y cuando Lili cometía una falta contra Jota el abuelo le
volvía a pegar y la encerraba en su habitación porque no respetaba a su Tío.
Un día Lili encontró a su madre, a
quien no había visto hace aproximadamente un año, llorando y armando el equipaje, su abuelo gritaba
y la mamá de Jota alentaba al abuelo a seguir gritando. Para Lili correr por el
patio, buscar animales en las nubes, desayunar Plátano verde con una taza de
café pasado traído de las fincas del abuelo desde Vera Cruz, leer bajo el almendro, armar pequeños cuadernillos donde
llevaba notitas, andar en panty y sobre todo jugar con Jota se convirtió en un
recuerdo que lentamente perdía forma.
Parte II
Heráclito, el único tío “completo”
de Lili, cuando salió del servicio militar se mudó a la casa en la que hacía
tiempo ya, Lili, su hermana Lissette y su madre habitaban. Su madre se comprometió
con un francés, muchos años mayor, alegre y con todas las ganas de vivir como
todo europeo retirado que disfrutaba de las playas sudamericanas.
La madre de Lili insistía en que
Lili aprendiera a servir, comportarse, mantener la espalda erguida, no hablar
durante las comidas, no correr, gritar y mucho menos entre las dos y cinco de
la tarde, tiempo destinado para la siesta del francés, por lo tanto debía
existir absoluto silencio y para aprovechar ese espacio de tiempo insistía en que debía despertar interés por la cocinar, lavar sus
prendas, utilizar los cubiertos, pero lo más importante era que se mantuviera
vestida, en especial vestida para cada ocasión.
El francés en ningún tiempo
estuvo al tanto de las reglas que la madre de Lili imponía mientras él tomaba la
siesta, con mucha frecuencia le preguntaba a Lili el por qué a diferencia de
Lissette, ella era poco comunicativa y espontánea. Hacía un gran esfuerzo para formar vínculos afectivos con ella, le decía todo el tiempo lo inteligente y
prudente que era, cuando se acercaba a darle Limonada le agradecía diciendo: Merci,
ma petite belle, vous
me faites trés
heureux.
Para la madre de Lili, su tío y Andree, el francés, eran los hombres que trabajan
duro. Habían formado una pequeña compañía que brindaba servicios de transporte
de agua potable, en la cual ella se encargaba de la parte contable. El lugar en
ese entonces tenía déficit de agua y la industrialización de los mariscos, en
especial el atún se expandía velozmente, por lo que el negocio de trasportar
agua, incluso no del todo potable, era bastante sensato.
El pueblo, que al principio era un
pequeño puerto comenzó a dar paso al comercio, al turismo, modelos arquitectónicos,
espacios de arte, Educación y salud. Una gran parte de este crecimiento se debía al lavado de dinero. Las instituciones educativas de nivel básico
y bachillerato en su mayoría eran privadas, muy selectivas con la población estudiantil
que recibían, pues, los extranjeros empezaban a poblar lugares estratégicos, de
preferencia cerca del mar y eran quienes dirigían o eran dueños de estas instituciones
y empresas comerciales. Lili ingresó a uno de esos colegios que quedaban cerca
del mar, asistía a misa los viernes por la mañana a las 7:00 am como parte de
su rutina académica y los domingos a las 8:00 también, si su madre no podía
asistir, era Heráclito quien la llevaba. Si la madre no iba a misa en la mañana, lo hacía por la tarde de los
domingos y Lili tenía que, de manera indiscutible acompañarla, para Lili el anuncio
de darse “La paz” durante el ritual católico,
era motivo de alegría, sabía que era cuestión de minutos para que acabara este.
Lili olvidó por completo el olor del café de Vera Cruz, ahora tomaba Malongo Blue Mountain cuando llegaban
las visitas. Su madre mandaba a coser la ropa de todos donde una señora que conocía hace
mucho y empezaba su negocio que luego se convirtió en una casa de modas muy
recurrida en el puerto.
Parte III
Lili tuvo su fiesta de 15 años,
fiesta que nunca quiso, intentó sabotearla de muchas formas pero en su protesta
lo único que logró fue no utilizar un vestido rosado.
Una mañana la mama de Lili desesperada,
después de haberla buscado por toda la casa, subió a la última terraza y
encontró a Lili bañada en sangre, sus signos vitales
completamente debilitados, casi inconsciente, se había cortado las venas en la
madrugada mientras todos dormían. Andree inmediatamente llamó una ambulancia, mientras
su madre no paraba de gritarle estrujándola y preguntando ¿Por Qué lo hiciste?
Asistió a varias sesiones psicológicas
en las que sus respuestas monosílabas no variaban entre el si o el no.
Una tarde mientras observaba a través de la ventana de un consultorio que estaba ubicado en el séptimo piso de un edificio con vista al mar, encontró dos niños jugando, uno empujaba por la parte trasera un coche metálico y el otro lo conducía. Miró hacia el cielo, distinguió un dragón entre las nubes, era su favorito, fue ese preciso momento en el que finalmente rompió en llanto, a penas si podía respirar y mantenerse en pie y dijo que lamentaba de manera profunda no haber cortado sus venas de manera adecuada, se odiaba tanto por ello, incluso ya no era capaz de producir sentimiento alguno por las felaciones constante que su tío Heráclito realizaba con ella como práctica casi diría, las cuales eran más prolongadas los domingos que la llevaba a misa, dijo también, que desde que era capaz de reproducir recuerdos, si no era su Tío Heráclito, era su abuelo a quien recordaba Ubicando su pequeño cuerpo desnudo sobre estos, previamente su tío o su abuelo ordenaba a quien estuviera en casa ir a comprar galletitas, helados o cualquier golosina para que en esta, solo quedaran los tres, y así fue casi siempre excepto el día que su madre llegó sin avisar y entró a la habitación.
Parte IV
Lili a paso lento salió del consultorio, bajó por el ascensor, salió del edifico, cruzó la plaza central hasta llegar al otro lado de la avenida y se sentó en un banco de cemento ubicado casi a orillas del mar.
Una tarde mientras observaba a través de la ventana de un consultorio que estaba ubicado en el séptimo piso de un edificio con vista al mar, encontró dos niños jugando, uno empujaba por la parte trasera un coche metálico y el otro lo conducía. Miró hacia el cielo, distinguió un dragón entre las nubes, era su favorito, fue ese preciso momento en el que finalmente rompió en llanto, a penas si podía respirar y mantenerse en pie y dijo que lamentaba de manera profunda no haber cortado sus venas de manera adecuada, se odiaba tanto por ello, incluso ya no era capaz de producir sentimiento alguno por las felaciones constante que su tío Heráclito realizaba con ella como práctica casi diría, las cuales eran más prolongadas los domingos que la llevaba a misa, dijo también, que desde que era capaz de reproducir recuerdos, si no era su Tío Heráclito, era su abuelo a quien recordaba Ubicando su pequeño cuerpo desnudo sobre estos, previamente su tío o su abuelo ordenaba a quien estuviera en casa ir a comprar galletitas, helados o cualquier golosina para que en esta, solo quedaran los tres, y así fue casi siempre excepto el día que su madre llegó sin avisar y entró a la habitación.
Parte IV
Lili a paso lento salió del consultorio, bajó por el ascensor, salió del edifico, cruzó la plaza central hasta llegar al otro lado de la avenida y se sentó en un banco de cemento ubicado casi a orillas del mar.