jueves, 23 de febrero de 2012

un cuento de la Julieta


Un día Geovanni, (quién era su vecino), fue a buscarla:
-JULIETAAAA - pegaba unos gritos tan estruendosos que se le escuchaban hasta la siguiente cuadra del barrio.
- que hay geovanni  -le contesó la chica- mientras lanzaba un bolso por la ventana, se calzó sus zapatos y se precipitó a salir.
- corre geovanni, corre, susurró ella mientras trataba sigilosamente de cerrar la puerta de la entrada a su casa.
- carolina a donde vas? gritó su madre con ojos de ira como si quisiera devorarla.
- regresaré pronto mamá -respondió la chica mientras se marchaba.

Carolina y Geovanni se dirigían a un concierto a la Capital, se presentaba Sepultura, quienes venían por primera vez a Ecuador. 
Alrededor del medio día arribaron a la plaza de toros (Quito). Mientras estaban en la interminable fila que pretendía ingresar al mismo destino, se encontraron con un amigo de Geovanni "el coco"  que por cierto estaba mas loco que cualquiera de los presentes, le decían el coco debido a que era virgen, tenía quince años para ese entonces. De a poco fueron llegando los otros y de repente el grupo se hizo tan grande que ya no se diferenciaba quien era el coco, Geovanni,  Mauro (que luego se supo que era hermano del coco), el Chile, la Yesca, El viejo y otros tantos. El lugar se dividía en dos partes el área general y el área de la cancha que tenía una mejor ubicacion y, por lo tanto, era más costosa la entrada a este espacio.

Cuando sonó territory en la voz de el Green, empezó el desenfreno; unos gritaban, otros fumaban, otros bebian, otros solo movian las cabezas como si se desdoblaran.  
El Chile y Geovanni se apresuraron a saltar las rejas para ir al área de la cancha, creyeron que burlarían a los policías que resguardaban esta área. Saltó el chile y logró escabullirse-le a los policías entre un tumulto saltando; con la misma suerte no correó Geovanni, no solo lo agarraron del cabello sino que también le echaron gas lacrimogeno en el rostro y lo golpearon a tal punto que le costó mucho recobrar la postura, mientras tanto, el Coco empezó a gritar: "chapas-hijueputas" y le siguió un gran coro en plena plaza de toros bajo la lluvia.
"el-que-no-brinca-es-chapa" 
Todos enloquecían, todos cantaban y el green con su voz encendía las ganas.
Carolina se quedó arriba y perdió de vista a todos sus amigos, no le importaba, no se sentía sola. 
Al terminar el concierto se encontró con el grupo y continuó la fiesta, el saldo de esta fué: Geovanni con los ojos hinchados como si estuvieran a punto de reventarseles, el coco estaba cubierto de sangre (nunca se supo el porque, ni tampoco, su nombre), el Mauro estaba tan ebrio que tocó arrastrarlo, el Chile estaba tan contento porque de un salto le había arrebatado la vitela de Andreas Kisser y Carolina solo no paraba de hablar.

a la mañana siguiente iniciaron el camino de regreso.
Me solían llamar Julieta; la Julieta de las veredas con botella en mano, de las noches sin fin, la julieta parlanchina quinceañera. aquello de Julieta era mas que un juego era una especie de clave para disfrazar el hecho de que mis amigos vinieran a buscarme.
Recuerdo que a veces tenía un mejor amigo llamado Geovanni y a veces yo también era su mejor amiga...

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